jueves, 5 de marzo de 2020

MIS ALBONDIGAS (Receta dedicada desde el respeto y el cariño a Alfredo)

Quiero advertir que incardino esta receta en el apartado de "cocina afrodisiaca", aunque bien podría calificarla de "cocina para guasones", en todo caso,  no es recomendable para menores, solteros sin pareja, viudos,  "salidos" y demás familia.

A modo de prolegómenos y,  para justificar el contenido de esta receta,  quiero decir que he llegado a una edad que  es como la última hora de la tarde, cuando el sol se ha puesto, pero aún queda ese halo mágico y misterioso que inclina a la reflexión,  induce  a soñar, a decir lo que te da la gana y, sin embargo, el crepúsculo te invita a pecar y, tal vez por eso y,  porque las debilidades de la carne no son las que más me tientan, aunque,  helas,
si peco será por diversión: pequeñas bromas inocentes, observaciones picaras,
que no alcanzan la categoría de pecado y, de vez en cuando, sugerentes platillos como el de hoy,
 para que mis amigos si que puedan pecar  de gula, de glotonería;
la glotonería es un camino recto a la lujuria,
si avanzamos un poco más, hacia  la era, que recién nos ha descubierto  Alfredo.
Pues !ea!,  ya que yo no peco, que pequen mis amigos por mí.


Ahora ya, sin más dilación, voy a decir que ingredientes  necesarios para hacer esas albóndigas afrodisiacas, justificando además el uso de cada uno de ellos.

Ingredientes para las albóndigas:
* Aceite de oliva virgen. No debemos usar otro tipo de aceites, como el nuez moscada, clavo, pachulí, ilang-ilang,  que sirven para crear un clima acogedor y cálido, los aceites afrodisiacos estimulan la circulación aumentando la temperatura corporal y estimulando el deseo. Podéis usarlos , pero no para freír las albóndigas,  porque dudo de su aptitud para el consumo humano.
* 3 partes de ternera picada y una parte de magro de cerdo.  La carne de ternera ha sido siempre considerada un afrodisíaco, sobre todo si se come cruda. La del cerdo, podéis prescindir, no tiene ninguna cualidad que mejore la líbido.
* 1 cebollita pequeña.  Imprescindible. Había un sultán que afirmaba haber mantenido su erección durante 30 días comiendo cebolla, al final se cansó de tanta cebolla y el mástil decayó. Hay quien afirma que sus efectos son muy superiores a los de la Viagra.
* 4  dientes de ajo.  Ese tesoro nacarado al que se le atribuyen tantas propiedades curativas, también tiene un alto poder afrodisiaco. Como en el caso de la cebolla, los dos amantes deben de consumirlo a la vez, porque el olor impregna hasta la piel.
* 1 manzana. De todos es sabido que es el símbolo de la tentación. No hay nada más erótico que ver a tu amada mirándote a los ojos, mientras muerde una bonita manzana.
* 1 rama de perejil . Debe usarse con mesura. Da un bonito color verde a la salsa, pero hay que tener en cuenta,   que ya  lo usaban las brujas como poción májica para volar y, que había brujos que frotaban con perejil la fálica escoba de sus vuelos nocturnos,  con la esperanza de que también alzara el vuelo.
* 2 huevos . Deben ser de  gallina virgen, aunque comprendemos la dificultad, por ser las vírgenes una especie en  vías de extinción.
* Un chorrito de leche. No vale cualquiera, debe de estar recién ordeñada por razones obvias.
* 2 cucharadas de pan rallado. El pan rallado se hace con trigo, símbolo de la fecundidad. El trigo sale de una espiga que a su vez es un símbolo fálico, lo cual prueba que la imaginación humana no tiene limites.
* Una pizca de pimienta recién molida. Da alegría a los viudos y alivia la impotencia de los tímidos.
* Sal.   ad libitum

Modus operandi:
Ponemos en una fuente honda los huevos, la leche y el pan rallado, salar ad libitum  y batir  ligeramente, pero con alegría  para que se mezcle bien todo.
Ponemos en la minipimer,  la manzana de Eva cortada a trocitos,  la cebolla, los ajos acariciados previamente para que su pudor no les impida desprenderse de ese fino velo que los recubre y muestren su marfil precioso y se perciba su fragancia iracunda.   Procuramos hacer un espeso puré con todo y mezclamos con todo lo anterior.
Seguidamente con los brazos arremangados y las manos bien limpias, empezamos a amasarlo todo con delicadeza, mientras recordamos este poema (ligeramente modificado)  de Patricia Donegan: Haiku
 Esta noche,
como muchas sin amante,
voy a hacer albóndigas
hundiendo mis nudillos 
en la masa suave


A continuación, ya podemos empezar a moldear nuestras albóndigas, que  con tan sabrosos, nutritivos y afrodisiacos ingredientes, tiene asegurado su éxito.
 Para ello, podemos valernos de dos cucharas  soperas, o con una simplemente nos colocamos porciones similares en la mano y les vamos dando una formas más o menos redondeada y de nuestro tamaño preferido.
A continuación, las pasamos por harina, sacudiéndolas una por una con cariño, no vayamos a caer en algún tipo de perversión y,  las freímos en abundante aceite procurando que éste no se queme;  las vamos colocando en una tartera de barro o donde mejor nos acomode, pensando que sea apto para  volver a sufrir los calores de infierno al que vamos a volver a someterlas junto con su salsa.
 
La salsa.- Una buena mano para hacer la salsa, es como la buena mano para dar masaje. Las salsas sensuales, esas que el amante atesora en secreto junto a sus gustos más íntimos  y atrevidos, requiere imaginación.
Para imaginar, es necesario contar con una inspiración de la que yo carezco;  por eso me temo, que en mi  la salsa lo afrodisiaco se limita a los ingredientes que la integran, que no son baladíes, ya que todos tienen importantes cualidades al ser prácticamente los mismos que se han integrado en estas afrodisiacas albóndigas.
 
Ingredientes de la salsa.
*Aceite del que hemos usado para freír las albóndigas. Previamente debe colarse por un  lienzo muy fino (si no tenemos uno a mano, servirá un colador finito).
* 3 o cuatro dientes de ajo. Desprendido naturalmente de la muselina que los cubre y machacados en el almirez hasta deshacerlos.
* Dos cucharadas de harina tamizada.
* 1 pastilla de caldo concentrado.
* Perejil picado. No olvidar la advertencia sobre lo que puede provocar una sobredosis de perejil.
* Caldo de carne.
 
Poner en un cazo o sartén limpia, el aceite previamente colado. Calentar moderadamente y agregar seguidamente todos los ingredientes menos el caldo; dar unas vueltas con una cuchara de madera para que se sofría todo ligeramente; seguidamente añadir el caldo de carne sin dejar de marear la salsa, hasta obtener la textura deseada. En ese momento, deben de entrar albóndigas y salsa en íntima comunión, para seguidamente arder juntos cuanto les plazca.
Nota.- En realidad yo las dejo un buen rato a fuego muy lento, que únicamente hagan un tímido chup, chup,  de vez en cuando,  para que queden tiernas y jugosas por dentro.   
 
 

 

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